
Empresarios temen caída de ventas y aumento de precios en productos europeos
El anuncio del expresidente Donald Trump sobre la imposición de nuevos aranceles de hasta 25% para productos de Canadá y México, y hasta 100% para los países BRICS si socavan el dominio del dólar, ha generado alarma entre empresarios vinícolas y gastronómicos. Este incremento amenaza con repercusiones severas en la industria, especialmente en las pequeñas empresas.
Ben Aneff, presidente de la alianza comercial estadounidense para el vino, señaló que las expectativas están puestas en posibles excepciones. “Esperamos conocer los detalles, esperamos que haya excepciones para los productos que son particularmente esenciales para las pequeñas empresas”, destacó.
DeWayne Schaaf, propietario de un restaurante en Misuri, compartió su preocupación por el impacto de estos impuestos. “A largo plazo, un alza de impuestos aduaneros podría provocar una caída de salarios con menos horas para mis empleados”, afirmó, recordando experiencias previas con aranceles de 25% impuestos en 2019 a productos europeos.
En Francia, Gabriel Picard, presidente de la Federación de Exportadores de Vinos y Espirituosos de Francia (FEVS), advirtió que un aumento significativo de aranceles sería devastador. “Un 40 o 50% es punitivo y significa el cierre del mercado”, aseguró. En 2019, estos impuestos redujeron las exportaciones de vino francés a Estados Unidos en 25%, lo que representó una pérdida de 600 millones de euros.
Propietarios de restaurantes como Noah Bush, en Oklahoma, también enfrentan un dilema. “Haré lo mejor que pueda para continuar comprando vino europeo, pero serán los clientes quienes deberán pagar los aranceles aduaneros”, afirmó, agregando que, en ocasiones anteriores, esto resultó en un aumento de precios y una caída en las ventas.
Por su parte, algunos distribuidores y empresarios han adoptado estrategias de anticipación, como el almacenamiento masivo de productos antes de la implementación de los aranceles. Sin embargo, estas medidas son temporales y tienen un costo elevado. “Mi distribuidor compró diez contenedores de vino. Esto ya afecta a las empresas, pues es dinero que no podrá destinar a vinos estadounidenses”, concluyó Schaaf.
Las repercusiones de estas políticas comerciales están lejos de limitarse a la industria del vino; afectan empleos, precios y el acceso de los consumidores a productos internacionales. La industria espera claridad y medidas que mitiguen el impacto económico en los próximos días.